Apuntes para transformar la ciudad desde el andar
El presente no es un trabajo escolástico, basado en un riguroso método científico. Por el contrario, se inscribe en la corriente de aprehender la realidad a partir de la experiencia, desde el mundo de lo sensible, desde la ciudad como espacio más practicado que idealizado. Se trata de una reflexión producto del andar-pensar esta ciudad que habitamos; y, en este caso particular, apoyada sobre la propuesta de “itinerarios críticos”1: ejercicios empíricos de demostración de hechos y oportunidades. Estas reflexiones sobre la movilidad caraqueña, y sobre la importancia crucial de la peatonalidad, pueden entenderse también como un ejercicio retórico signado por la necesidad de agitar para transformar.
El presente es un ejercicio de observación cualitativa cuyo objetivo primero y último es invitar a moverse a pie por la ciudad y a entender ese viaje como una fuente de inspiración ética, de relación con el entorno físico y social desde la cercanía que da el andar, y como una propuesta de acción política ante los problemas y retos de nuestra ciudad y de nuestra cultura de la movilidad.
Las observaciones y las imágenes de estos apuntes corresponden a la avenida Andrés Bello, una de las principales vías este-oeste de la ciudad de Caracas.
Conclusiones
Es importante reivindicar la vitalidad peatonal de esta senda, con múltiples oportunidades para cruzar de un lado a otro, pero creando las condiciones para hacerlo de manera cómoda y segura. En ese sentido, a pesar de la barrera de metal impuesta en la isla, es digno de celebrar el reconocimiento de los cruces naturales de la gente, conservando la continuidad de la trama vial y la presencia de lugares emblemáticos. Pero llevar al extremo de formalizar muchos más cruces lo que logra es disgregar los flujos y distender la atención de los conductores en los puntos donde es importante bajar la velocidad, creando más situaciones de riesgo.
Llama en este sentido la atención que, ante la cercanía de cruces peatonales semaforizados y con rayados, muchas personas elijan estos pasos desprovistos de rayados y señalizaciones. Puede lucir como un comportamiento irracional, pero en realidad es todo lo contrario: no contando con un tiempo exclusivo para cruzar y siendo tan agresiva la actitud de los conductores en los cruces, este distanciamiento les provee de un margen de maniobra que casi siempre se resuelve de todos modos con una carrerita.
La escala urbana, la mezcla de usos, la presencia de abundantes árboles de buen porte y de espacios públicos recreativos de relevancia, el patrimonio construido, señalan aquí una oportunidad para producir transformaciones que devuelvan al peatón su rol protagonista. He aquí una breve lista de algunas intervenciones, algunas de ellas susceptibles de ser realizadas en lo inmediato.
• Aparte de la obviedad de rehacer las aceras, adecuarlas (nivelarlas, despejarlas de obstáculos, incorporar rampas), valdría la pena estudiar la posibilidad de ampliarlas en algunos puntos, pues el carril más al norte (sentido oeste) se utiliza como estacionamiento de vehículos, ordenando paradas de transporte público y zonas de carga. Esto podría hacerse dando continuidad a la recuperación que ya se hizo en otros segmentos de la avenida por parte de la Alcaldía de Libertador y el Gobierno del Distrito Capital.
• Debería controlarse y reducirse efectivamente la velocidad, con semaforización (como obligatorio en el cruce en la esquina sureste de la plaza Andrés Bello y quizá otros electivos en algunos puntos, como en el cruce donde se conecta la Andrés Bello con la Libertador y frente al mercado Guaicaipuro), o con pasos a nivel, como el utilizado frente a la plaza La Iglesia en la avenida Solano López (como mínimo frente al Hospital Ortopédico Infantil). La presencia de vigilancia es fundamental para acompañar este tipo de operaciones.
• Debería haber un control estricto, con prohibición y sanciones para los motorizados que utilizan estos pasos para girar en U en la avenida. Esto incluye, con agravantes, a aquellos que usan el rayado peatonal frente al Hospital Ortopédico para cambiar de un sentido al otro.
• Es fundamental rescatar la isla verde, no como espacio prohibido, como barrera, sino como nexo.
• La presencia de la estación Colegio de Ingenieros y los intensos flujos peatonales que en él tienen lugar podrían justificar la intervención de la calle Santa Rosa con el fin de generar un paseo peatonal, pues de hecho ya tiene en parte ese uso. Ese cambio podría extenderse, a modo de espejo, en la calle ciega entre el Ministerio de Alimentación y el Ortopédico, intensificando y reforzando el carácter peatonal de la senda.
• Por último, a pesar de resultar polémico ante los ojos de lo que podríamos llamar la “carrocracia”, habría que desmontar el elevado que hoy divide radicalmente el paisaje entre San Bernardino y Bellas Artes y hacer visible el lugar, con un potente espacio público consolidado en vez del actual archipiélago de espacios residuales, dando valor a la arquitectura en vez de a la chatarra. Esto obligaría a asumir ese tramo con una velocidad cónsona con una avenida, por lo que resultaría innecesaria la pasarela, la que también habría que desmontar. Se da por descontado que esta operación debe ser pensada, en simultáneo, con un plan para ordenar el transporte de superficie en esta vía.
Extracto del trabajo Apuntes para transformar la ciudad desde el andar: un ejercicio de reflexión a partir del estudio cualitativo de un caso realizado por José Carvajal, y publicado en segunda edición de la revista Aportes viales de la Fundación Seguros Caracas, con lo cual se ratifica su compromiso con la seguridad vial en Venezuela.